CRÍTIKA CINE - ¡No me des problemas, dame soluciones!

MICHAEL CLAYTON
Dirección: Tony Gilroy
Género: Drama
Duración: 119 min.
Estreno en España: 16 Noviembre 2007

Michael Clayton no es un letrado al uso. Trabaja para un despacho de abogados, pero su cometido no es la defensa legal de sus clientes, sino procurar que ésta sea la mejor posible, poner los medios para que el cliente cuente con el mayor experto en relación a su caso. Y en esto, Clayton es el mejor.

Sin embargo, la vida no sonríe a Clayton. Está harto de su trabajo como simple intermediario entre cliente-abogado, está divorciado de su mujer y disfruta de su hijo durante el tiempo que le permite el régimen de visitas, es un ludópata en proceso de rehabilitación, su hermano es alcohólico de ida y vuelta (ahora estoy bien y ahora vuelvo a recaer…) y, para colmo, el negocio que puso para intentar cambiar de vida (un restaurante) ha sido un fracaso y lo ha tenido que malvender, dejando un montón de deudas pendientes. Así que Clayton ha de seguir con el mismo trabajo de siempre, el que no le gusta y del que tampoco puede fiarse mucho, porque la empresa está en proceso de fusión con otra compañía, y ya se sabe que eso implica despidos.

Este es el marco de desarrollo del film que, sin embargo, no tiene como trama principal la historia de Clayton. Más bien sirve de excusa para lo que, en verdad, nos presenta. Con la vida de Michael Clayton como telón de fondo, la película trata sobre un tema mucho más oscuro: cómo las grandes compañías intentan tapar sus trapos sucios y para ello recurren a las peores astucias legales. Pero no todo el mundo se queda impasible ante este escenario y a veces salta la liebre. Esta historia es la que se cruza en la vida de Michael Clayton y “atropella” por completo su forma de ver las cosas. Envuelto en esa trama, se pone a prueba a sí mismo cuando le intentan putear y descubre hasta qué punto puede estar podrido el sistema en el que él se desenvuelve como pez en el agua. Y para que ello no se nada aburrido se nos ofrece en forma de flashback (no continuos) para que podamos encajar unas piezas que, en un primer momento, y hay que reconocerlo, son tantas y tan desordenadas que pueden despistar al espectador (aunque tranquilidad, al final las cosas se aclaran totalmente y no queda nada en el tintero).

No se trata, pues, de la típica película de abogados y juicios. Nada que ver con esos films en que un joven y novato abogado (y a menudo insolente) consigue ganar, contra todo pronóstico, un caso de gran trascendencia, frente a un grupo de experimentados letrados y un Juez que no le tiene excesivas simpatías (y que no sabemos porqué, en el 90% de los casos es negro). Estas escenas casi costumbristas han quedado relegadas, en clave de humor (a veces negro) a series de éxito como Shark (en La Sexta, los miércoles) o Boston Legal (en Antena 3, cuando les sale de las pelotas, porque no respetan nada), ambas altamente recomendables. Pero la realidad, en muchos casos, se asemeja más a películas en un principio menos verosímiles, como ésta (a veces cuesta entender el sistema judicial americano, porque ofrece a las partes un gran margen para la negociación y tener que acudir a los Tribunales, opción poca incentivada en nuestro país –así de lenta va la Justicia en España…–).

Por tanto, contamos una película con un argumento atractivo, mucho más cercano a films como El Dilema. A ello hay que sumar unas interpretaciones muy conseguidas. Empezando por George Clooney, por descontando, pero también destacando a Tom Wilkinson, el veterano actor británico que lo borda en su papel del abogado medio chiflado y que da comienzo a todo el embrollo, con algún que otro duelo dialéctico con Clooney de lo más interesante.

-Lo bueno: la trama, que es original en el sentido de que se desmarca de lo que estamos acostumbrados a ver en películas de este tipo. El duelo interpretativo Clooney-Wilkinson. El final, que tiene citas memorables.

-Lo feo: al principio todo es excesivamente confuso, por la gran cantidad de hilos argumentales y el desorden que hay en ellos. Pero tranquilidad absoluta, como ya he dicho antes, porque al final se entiende hasta la más mínima chorradita.
-Lo malo: que no puteen más a Clooney. Después de ver la película comentamos otras opciones para joderle bastante más contundentes, pero eso ya es problema nuestro, que somos unos psicokillers en potencia.